Científicos e ingenieros confían en que la creciente cantidad de datos obtenidos por satélites sea clave para combatir incendios devastadores como el que afectó recientemente a Los Ángeles, Estados Unidos. Gracias a la reducción de costos, las empresas del sector están incrementando el lanzamiento de satélites, mientras que la inteligencia artificial juega un rol crucial en filtrar y analizar el vasto volumen de información generada.

Según Clement Albergel, jefe de información climática en la Agencia Espacial Europea, los satélites pueden identificar áreas secas propensas a incendios, así como detectar emisiones de humo y gases. Estos elementos ofrecen valiosa información para comprender mejor los riesgos.
Los satélites desempeñan diferentes funciones según su órbita y los sensores que poseen. Los satélites en órbita terrestre baja (LEO), situados a menos de 1.000 kilómetros de la Tierra, ofrecen imágenes de alta resolución del suelo, aunque su tiempo de observación en un punto específico es breve. En cambio, los satélites geoestacionarios, que orbitan a 36.000 km, pueden mantenerse sobre la misma área durante más tiempo, proporcionando observación continua, aunque con una resolución más baja.

Según Collins, encontrar señales de incendios en el vasto volumen de datos es «un excelente desafío para el aprendizaje automático y la inteligencia artificial, como buscar una aguja en un pajar». Estos datos podrían, con el tiempo, ayudar a predecir tanto la aparición de nuevos incendios como su evolución. Sin embargo, Stavros señala que no existe una solución tecnológica mágica para combatir los incendios. En su opinión, es el trabajo colectivo lo que realmente respaldará a los equipos de emergencia y reducirá el riesgo de incendios.
Además de la detección y el monitoreo mediante tecnología, el programa de incendios de la Fundación Moore también se enfoca en aumentar la resiliencia de las comunidades y en la gestión de ecosistemas vulnerables a incendios. Esto puede incluir estrategias para «incrementar los fuegos ecológicamente beneficiosos mientras se minimizan los fuegos destructivos», según explica Biggs.